DIARIO DE CÁDIZ, lunes 8 de julio de 2002

 

 

“ATÚN Y CHOCOLATE”

La abierta paleta atlántica

 

Érase que era un tiempo fecundo en el que desde nuestra propia costa atlántica - Barbate , por más señas- llegó a la capital la avalancha de música que portaba unos magníficos jinetes de la caja de madera y magos de las seis cuerdas. Los Alcedo y García, además de sorprendernos, afianzaron nuestra estima de manera notable. Eran músicos de aquí mismo , cálidos, sureños y hasta flamencos en algún momento, gozaban de un envidiable nivel técnico y, sobretodo, mostraba positiva y contagiosa actitud de apertura hacia músicas que parecían traídas pos las mismas aguas atlánticas. Blues, jazz, bossa y, como un toque gitano transcultural, el gusto común por la obra de Djiango.

Veinte años ,por lo menos, contemplan aquel ilusionante escenario, y las carreras de estos músicos han dado muchas vueltas. Nono García, durante un tiempo largo la conexión belga para muchos músicos gaditanos, regresó a mediados de los noventa y desde entonces ha acrecentado su prestigio en multitud de proyectos ajenos. Así que ya era hora que llegara el propio. Se llama como se tenía que llamar: Atún y Chocolate, pero no sólo en su nombre evoca aquel tiempo amable. La música, inevitablemente más cuajada, como la misma técnica, conserva ese aire de frescura y de tolerante convivencia con otras culturas, de desparpajo y contagiosa alegría.

A diferencia de los rudimentarios medios de entonces, Nono parece ahora haber gozado de suficiente apoyo como para contar con los músicos que ha creído idóneos para sus composiciones. Porque , quién mejor que el armonicista Antonio Serrano para enzarzarse en el diálogo-duelo que es su popular Mojama Blues. Junto a él están también los guitarristas Tito Alcedo, Juan Diego y José María Bandera; una sección de ritmo de lujo con Javier Colina, Guillermo Mc.Gill, Tino de Geraldo o Amado Zulueta y, con colaboraciones puntuales, Jorge Pardo, Javier Ruibal, Tomasito, Nanda Khumar, Rodney d´Assis y el cante de Eva Durán.

Con mucho o poco acompañamiento - la versión de los campanilleros es un ejemplo perfecto de lo que se puede crear con una guitarra a partir de una melodía tradicional - , el disco navega por aguas claras, mansas o más movidas, pero siempre con la impronta personal de este barbateño.

.